Colaboración de Rafael Zúñiga
Me uniré a la moda de bloggear sobre lo que está pasando en nuestro país. No porque entienda que el “boto” sea algo trascendental para la vida democrática: la democracia representativa siempre ha sido un fiasco y el principal impedimento para el establecimiento de una verdadera sociedad libre a través de la democracia directa y participativa. Pero hay algo en estas elecciones que son profundamente preocupantes: el vacío ideológico en el que vivimos gracias a la preponderancia del discurso vacuo del status se ha estado llenando en la figura del PNP (mayormente gracias a las políticas del PPD), y se está llenando al igual que se llenó en la Alemania o en la Italia de entre guerras, gracias a la incompetencia de los partidos centristas de la democracia cristiana y de la izquierda boba socialdemócrata.
Estas elecciones se proyectan como las primeras en décadas que son verdaderamente ideológicas. Y no me refiero al status. Me refiero a que el PNP, a diferencia de años anteriores donde su norte solo giraba en torno a la anexión, ha logrado articular y consolidar un proyecto social totalmente suturado, un todo interno coherente, y con pretensión de realmente constituir una sociedad a imagen y semejanza de los designios ideológicos de sus líderes y de su base. Ya no solo hablan de administrar la colonia, ni de ir a mendigar la estadidad a Washington como lo habían estado haciendo durante años: han cuajado un discurso político donde los fascistas del patio han “salido del closet” y decididamente utilizar las estructuras del estado para imponer su visión cerrada de lo que debe ser la familia, la educación, las relaciones humanas, la moral, los medios de comunicación, la economía, el medio ambiente. Y utilizo la palabra “fascistas” con toda la intención, y sin la hiperbolización característica de la izquierda tradicional de designar a todo aquel derechista como “facho”. Hablo de que está sucediendo, más que nunca antes en nuestro país, la integración sistemática del gran capital corporativo, con el fundamentalismo moral cristiano, con la clase media asalariada y las comunidades pobres seducidas por el populismo victimista y virulento de los líderes políticos del PNP. Esto en adición al apoyo directo y participativo de las mafias coloniales acuarteladas en la calle Chardón. Estos fascistas no andan con una esvástica, ni hablan del odio racial (aunque hay algunos que en su discurso en torno a la comunidad LGBT, nada le envidian a la doctrina de la Solución Final). Pero, como indica Alberto Vazquez Figueroa en "Ali en el Pais de las Maravillas", “fascista no es únicamente el que alza el brazo derecho en público. Ese es el menos peligroso, ya que al menos tiene el valor de declararlo. Fascista es aquel que, además, se disfraza de demócrata, al igual que el peor pederasta es el que canta misa y se viste con sotana”. Y esto representa verdaderamente un peligro para las limitadas libertades individuales y colectivas que aún tenemos en Puerto Rico.
El PPD, principal responsable de los pocos aciertos y los muchos desaciertos de nuestra historia política reciente, tiene que hacerle cara ahora a sus hijos ideológicos, engendrados a lo largo de los últimos 60 años de políticas dependentistas: el anexionismo derechista, virulento y radical que se personifica de manera Jet Set en Fortuño, y de manera más vulgar e irracional en Rivera Schatz, Aponte y Santini. Quien dude a estas alturas de que el anexionismo es hijo directo de las políticas dependentistas del PPD, no conoce la historia política de nuestro país, o es muy joven para recordar los años de gobierno de RHC (quien culminó el proceso de derechización del PPD, haciendo prácticamente inexistentes las diferencias programáticas entre estos y el PNP). Recordemos también que el PPD, cuando la derecha había sido fuertemente maltrecha en nuestro país, fue el responsable de su “revival” cuando abandonaron el discurso laborista de su inicio y asumieron el discurso macarthista orquestando la persecución de los independentistas y de otras fuerzas sociales progresistas durante los 50´s y 60´s (motivados quizás más por el oportunismo electorero de desestabilizar la segunda fuerza política del país en aquel momento –el independentismo- que de combatir realmente el nacionalismo revolucionario o la amenaza roja), lo que contribuyó al refortalecimiento del anexionismo.
A pesar de las disputas internas de las personalidades del PNP, y del fantasma del Tío Pedro; en lo ideológico, el PNP es un todo estable. En el PPD, aunque unidos bajo un líder, estructuralmente no saben que hacer con los tres PPD´s que coexisten internamente en el mismo campo: la izquierda soberanista, el centro que se mira el ombligo y se lanza por temporadas, como péndulo, de un lado o al otro, y la derecha conservadora que apoyó, por ejemplo, la Ley de Incentivos Contributivos, la nefasta Resolución 99, y que tiene como base financiera a los intereses corporativos chic y en donde hay muchos que si dan un pasito más a la derecha, se podrían convertir en el machazo de Ñañito (de paso… saludos a Roberto Prats y a Silva Puras). Una derrota del PPD en estas elecciones significaría que deberá reestructurarse, pero no solo a nivel de la cara bonita de Alejandro y de organización de los comisarios de barrio. Deberán finalmente formar una ideología política más allá de la estupidez del status.
Advierto que de volver a replantearse un PPD con base ideológica en los intereses de la derecha corporativa (tan bien representada en los Sila Calderon, los Roberto Prats, los Canteros, los Katz y los Stubbe de la vida) será redundante ya que el PNP ocupó ese campo ideológico y financiero, con exclusividad, para buen rato. Si el PPD quiere sobrevivir en el siglo XXI, necesitará purgar el ala conservadora de su partido, aquella que todavía cree en los cuentos y los mitos de la unión permanente, de que los ricos solucionaran los problemas de la gente pobre, de las transferencias federales, la industrialización por invitación, la pleitesía hipócrita a las iglesias, y sobre todo, tendrán que sacar de las posiciones claves a aquella gente que tiene miedo al verdadero significado y consecuencias de la palabra soberanía.
El PPD deberá, de una manera dolorosa como un parto, volver a sus orígenes de partido laborista y socialdemócrata serio, soberanista, secular y solidario. De no hacerlo, continuaran siendo un espejo de las políticas del PNP y harán al PPD un partido inservible y sin vigencia en el ordenamiento social y político del país… como ha pasado con el PIP y su visión decimonónica de la independencia. Desgraciadamente el PIP, a pesar de que Edwin ha sido el mejor candidato que hayan tenido en su historia reciente por sus cualidades humanas y profesionales (también el hecho de que no sea abogado habla muy bien de él), es un partido desprestigiado, que en la acción histórica casi igualan el daño que le han hecho al independentismo el PPD, los anexionistas y los federales. Muy a mi pesar como independentista expipiolo debo admitir que el PIP, a lo mucho, será simplemente un footnote en la historia de nuestro país. Por otro lado, el PPR ha resultado ser una refrescante sorpresa dentro de nuestro Misterio de la Santísima Trinidad que nos ha acompañado durante cuatro décadas, a pesar de ser un interesante pastiche de posturas progresistas (algunas hasta contradictorias internamente). Se les ha acusado de ser irreales, fantasiosos e irresponsables en sus propuestas de construir un nuevo país por los otros dos partidos políticos que los ven como amenazas (PNP no han hablado sobre los coquíes, supongo que porque son los menos afectados por la amenaza naranja).
Pero, ¿no ha sido igual de irreal, fantasioso e irresponsable el cuento del Pacto del PPD; la independencia por obra y gracia del Congreso de EUA del PIP o el sueño de la estadidad jíbara del PNP? Al menos, es el único partido que, por voz de la excelente líder comunitaria, Haydee Colón, ha declarado públicamente que el ejercicio democrático no es solo votar cada cuatro años, sino un ejercicio de la vida diaria y cotidiana, continua y sencilla, y quizás así, el PPR encarne un nuevo discurso de radicalización de la democracia que logre cambiar la faz política del país. A parte de eso, habrá aún que esperar que forma tomará el nuevo partido, todavía embrionario, con posibilidades de ser un natimuerto, y si sobrevive, rezar porque no sean igual que los otros.Al igual que el mundo de entreguerras del s. XX, actualmente vivimos una crisis económica que apunta al fin de la vida social tal como la conocemos. Y al igual que en aquel momento, vivimos un momento parecido donde la incompetencia y mediocridad de las estructuras políticas tradicionales contribuyeron a que monstruos como Hitler, Mussolini, Franco et al. llegaran al poder en sus sociedades e institucionalizaran las aberraciones históricas que todos sobradamente conocemos.
Entiendo que se está cuajando un momento similar en nuestro país, y no podemos quedarnos de brazos cruzados, pero tampoco podemos poner nuestras esperanzas en las urnas. El PNP representa, y de ganar impondrá, una visión ultra conservadora de la sociedad y la familia; un regreso a las políticas de Reagan en lo económico que clavaron a todo el continente latinoamericano durante la década de los 90´s y que se está clavando ahora el mismo capital financiero norteamericano; una visión consumista y clientelista del desarrollo económico en beneficio de los Fonalledas; el desmantelamiento del estado para beneficio de la base corporativa de su partido; el paso de una visión fundamentalista cristiana en la educación pública y en el desarrollo comunitario para el beneficio de sus socios en las iglesias ultra conservadoras; la entrega de los servicios de salud y de vivienda de interes social a los intereses privados de los Madero, Kier y los Rubí; la continuación de la criminalización del adicto, la eliminación de los derechos a quienes escojan otros estilos de vida no tradicionales, la petrificación y retroceso de los pocos adelantos conseguidos durante las últimas décadas en asuntos de género y protección a la mujer y a los niños. Lo más triste de todo esto no es el hecho que de seguro viviremos esto desde hoy en adelante; sino que de ganar el PPD (o el PPR o el PIP), no tendríamos garantías de que fuera un panorama muy diferente, porque la ideología encarnada en el PNP, trasciende el partido y se ha colocado en muchas de nuestras instituciones sociales (incluidos sindicatos, universidades y otras que podrían considerarse “progresistas”).
Hace falta crear verdaderos movimientos (en plural) de cambio, que tengan la flexibilidad de aliarse en asuntos puntales que puedan mejorar la calidad de vida de nuestro país, profundicen la democracia, las libertades individuales y colectivas, el respeto a la diversidad y a una verdadera universalización de los derechos a tod@s, sin la mentalidad de tribus o de kioscos y que apuesten verdaderamente a una transformación social, económica y política de nuestro país más allá del concurso electorero de hoy y de cada cuatro años. Hay que llenar el espacio de la resistencia a las visiones retrogradas ya expuestas, y el terreno esta fértil, pero hace falta voluntad politica. Quizás espero demasiado.Hace más de dos siglos, el rey del cinismo, el racionalista depravado, el divino Sade les pidió a los franceses un esfuerzo más en contra de la monarquía. Hoy les pido a los residentes de nuestro país lo mismo: un esfuerzo más; pero no en las urnas, sino en nuestra cotidianidad, en nuestras vidas diarias. Hay que hacerle frente al fascismo criollo, que independientemente de quien gane el concurso de popularidad que se gesta hoy, seguirá fortaleciéndose, mayormente en el frente político del PNP, pero por lo visto, en todos los demás aspectos de nuestra vida diaria.
Hoy comienza la verdadera lucha política. No sé que nos depare los “botos” de hoy: pero de lo que estoy convencido es que la historia política de este país, para bien o para mal, será desde hoy mucho más interesante de lo que ha sido en los últimos 50 años. Ah... y a los fascistas les advierto que no me quedaré calla´o... los estoy esperando.
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