Según la Lcda. Amárilis Pagán
Jiménez, este es un ejercicio democrático totalmente válido y que es conocido
como “Zap telefónico”. “Lo bueno de este
tipo de ejercicio es que las personas pueden hacer valer su opinión sin tener
que salir de sus espacios de trabajo o de sus casas y en menos de cinco minutos
se convierten en parte de un movimiento a favor de la democracia y de los derechos
humanos de la Isla”, explicó la abogada.
Las experiencias de las
personas participantes han sido variadas.
Hay momentos en que nadie contesta el cuadro telefónico de la Fortaleza,
otros en los cuales transfieren a la oficina de Trámite Legislativo, a la de
Asuntos Legales o hasta a la de Seguridad.
Las secretarias de esas oficinas están tomando los mensajes, pero según
algunos participantes del Zap, ya se oyen cansadas y malhumoradas.
“Tal parece que no les gusta
escuchar la voz del pueblo”, expresó Pagán.
“Sin embargo, esa es la voz que tienen que escuchar porque es al pueblo
y a su bienestar común a quien deben responder”, concluyó.
En el ZAP telefónico están
participando integrantes de organizaciones de mujeres, de derechos humanos,
LGBTTQ, obreras, ambientalistas y comunitarias.
“A todas y todos nos afecta un Código que criminaliza la libre expresión
y que pretende eliminar la disidencia.
Estamos en un momento en el cual se amenazan nuestros derechos humanos y
la esencia misma de la democracia y no podemos permanecer en silencio”.
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