(Nota publicada en Prensa Comunitaria)
Por: Amárilis Pagán Jiménez
En nuestro país el tema de la economía se ha convertido en uno de los más comentados. Esto no nos sorprende porque los efectos de un sistema económico en declive se sienten en todas las esferas sociales de nuestra Isla. Lo que sí sorprender es que tanto el gobierno como algunas empresas del sector privado insistan en manejar la crisis económica de la Isla con las mismas herramientas que la provocaron. ¿A qué me refiero?
Durante la mayor parte del Siglo XX, el gobierno de Puerto Rico estructuró nuestra economía en torno a dos grandes líneas de acción e inversión: las inversiones extranjeras en el sector agrícola y luego en el industrial y la creación de empleos en el sector gubernamental. Otras estrategias complementaron esas líneas de acción: la movilización de la población rural a centros urbanos e industriales y la puesta en marcha de un sistema de beneficencia pública masivo.
La suma de todas estas acciones condujo al colapso económico que hoy en día vivimos. Algunas consecuencias más evidentes son las siguientes: un 35% de la población recibiendo asistencia pública para sobrevivir, un 44% de la población bajo el nivel de pobreza, cerca de 400 mil empleos perdidos en los pasados tres años tanto en el sector gubernamental como en el privado, un aumento en la tasa de incidentes violentos y un estado de ingobernabilidad en el cual la gente común no cree en el gobierno o en los partidos políticos pero tampoco logra estructurar una respuesta masiva que cambie la manera en la cual nos gobernamos o nos dejamos gobernar.
Las consecuencias más difíciles de identificar, sin embargo, son las que más deben preocuparnos. Son difíciles de identificar precisamente porque el gobierno ni las personas que integran las comunidades tienen una conciencia plena de su existencia.
El área de los derechos humanos es una de las que, a nuestro entender, deben mirarse con mayor rigurosidad. Si en Puerto Rico hiciéramos un análisis profundo del estado de los derechos humanos de nuestra población, descubriríamos de inmediato que derechos fundamentales como el derecho a la educación, la salud, la vivienda y el trabajo no están garantizados. El gobierno sabe que esto ocurre, pero simplemente, al carecer de un compromiso real con los derechos humanos como principio y base de toda acción gubernamental, se hace de la vista larga.
La gente común y corriente es otro cantar. La propia visión gubernamental acerca de los derechos económicos, sociales y culturales ha logrado que nuestra población no los vea. Y como lo que no se ve no se siente, el reclamo de que el gobierno garantice esos derechos no ha sido hecho con la suficiente fuerza y contundencia por parte de la sociedad civil. Esto a pesar de que según estándares internacionales el índice de desigualdad en Puerto Rico es comparable con el de países de América Latina con una desigualdad profunda como México, Panamá, Chile y otros.
Pareciera, entonces, que estamos en un callejón sin salida. Pero no es así. A pesar de las estrategias de desmovilización y represión que han sido utilizadas desde el sector gubernamental (y el privado que se sostiene en el sistema actual) para que las comunidades se callen y se aquieten por miedo o por cansancio, hemos visto cómo diversos grupos llevan décadas organizándose y trabajando para cambiar su realidad.
El sector comunitario lleva casi una década, desde distintos frentes, articulando y dando vida al concepto de “Desarrollo Económico Comunitario” (DEC) como una alternativa para sustituir- o al menos retar- al sistema económico tradicional de nuestra Isla. El DEC es definido como un conjunto de esfuerzos organizados por las propias comunidades para fortalecer sus bases de poder local y contribuir al bienestar socioeconómico de la comunidad. Consideramos, además, que dichos esfuerzos adelantan los derechos humanos de carácter económico, social y cultural de las comunidades al autogestionar soluciones a situaciones que no son atendidas por el Estado.
¿Es el DEC una alternativa en Puerto Rico? ¡Claro que sí! Existen muchas razones para considerar que es una alternativa real y viable para nuestras comunidades. Una de ellas es bastante sencilla: Cuando en nuestra Isla se produce un bien o servicio, la ganancia que el mismo genera se queda en el país y se distribuye a través de las cadenas de transacciones nacionales. Cuando, por el contrario, nos empeñamos en desarrollar nuestra economía con empresas y capital extranjero e insistimos en comprar productos foráneos, sólo $.16 de cada $100 benefician directamente a nuestra gente. ¡Se nos va el dinero! Es decir, el sistema económico del Siglo XX, y que heredamos en el Siglo XXI, refleja un crecimiento económico que en realidad es un espejismo. Nuestras comunidades siguen pobres y nuestro futuro dependiendo de los 16₵ que nos quedan luego de que los inversionistas y las empresas privadas aliadas a ellos sacan su ganancia.
Según expertos en el tema, las economías que en Siglo XXI han mantenido un ritmo de crecimiento tienen las siguientes características:
1. Mantienen y promueven una identidad económica que da prioridad a la producción local
2. Se promueve la idea de que la gente debe depender de sí misma y de su comunidad, NO del gobierno
3. Mantienen y promueven la creación de micro y pequeñas empresas y se concentran menos en las grandes empresas
4. El apoyo gubernamental es de índole general, garantizando infraestructura y flexibilidad para que las micro y pequeñas empresas puedan emerger y sostenerse
Todas estas características se fomentan desde el DEC. En este marco de pensamiento, la organización sin fines de lucro Proyecto Matria está proponiendo al país y a las comunidades reunirse en el Primer Coloquio de Desarrollo Económico Comunitario. El mismo es una iniciativa dirigida a crear un espacio de diálogo y acción entre los diversos grupos comunitarios que están trabajando proyectos económicos y sociales a través de toda la Isla.
El 1 de diciembre tendremos en la Escuela de Graduada de Trabajo Social de la UPR en Río Piedras diversos paneles, mesas redondas, conversatorios, vídeos y mesas de información en torno al tema de DEC y cómo las comunidades ya están desarrollando sus proyectos en Puerto Rico. Ya contamos con la participación confirmada de: Casa Pueblo, Caño Martín Peña, Red de Trueke, Agujas de Shangai, AsIMEC, Jueves de Río Piedras, Huerto-Vivero y Bosque Urbano de Capetillo y muchas más. Será una experiencia enriquecedora de la cual esperamos obtener nuevos conocimientos, generar alianzas y sobre todo, demostrar que nuestras comunidades sí pueden hacerse cargo del país.
Para inscripciones e información adicional pueden llamar al 787-704-2222, acceder al evento Facebook: Primer Coloquio de Desarrollo Económico Comunitario o inscribirse en este mismo blog en el vínculo designado para inscripciones.
http://www.prensacomunitaria.com/pobreza-y-desigualdad/desarrollo-economico-comunitario/271-una-apuesta-a-las-comunidades-y-al-pais-el-primer-coloquio-de-desarrollo-economico-comunitario
1 comentario:
Muy interesante esta economía debería de ser para toda la sociedad. Adelante con su proyecto.
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